Recuerdo como si fuese ayer, cuando llamaste a casa y prácticamente al
instante de cortar estaba tocando tu puerta. Al rato de entrar encontré
miradas y cuerpos bastante distantes entre si. Hablamos, tomamos unas
cervezas como si no hubiesemos roto almas cuando enrealidad nos habiamos
lastimado.
Notaba en tu rostro la manera en la que me mirabas y
podia percibir como planeabas acercarte a mi, en aquel momento quedo
todo por fuera de todo y pediste perdon (esto de tu parte me sonaba
raro, tu orgullo entonces te cegaba). Pasamos del exceso a los besos y
dando mi brazo a torcer me entregue a vos.
Sentia que no me querias
perder, mirandome con otros ojos desvistiendome con tu mirada y
perdiendo la ropa por los alrededores de tu casa. La música de fondo, tu
boca, deslizandose por mi cuerpo creaba una poesía de principio sin
final. No importaba nada, ni el sillon que nos resguardaba de aquel
mundo al que ya no pertenecíamos. Mi cabello que estaba recogido,
también se solto para entregarse al placer. Recuerdo también que besé
cada fragmento de tu piel, escarbando hasta llegar a tu ser al mero
punto de una explosión total del sentido y parando todos esos relojes
que al compás de nosotros no paraban de marcar los segundos, instantes y
minutos. Cuando me tocabas las miradas no dejaban de protagonizar este
acontecimiento. Obviamente entraste dentro mio y no queria que esto se
termine ni mucho menos que acabaras. Bendito sea el encuentro húmedo que nos envolvio, el placer y el solo hecho de que
estes ahi conmigo, hacía de aquel sillon, una nube haciendo lugar en el
olimpo al cual queriamos llegar. No queria parar ni que vos pararas. La excitación corria por las venas y aquel calor que nos sofocaba hacia
que te perdieras en mis caderas y yo en tus sabrosos y sensuales besos, cual laberinto de lujuria no nos iba a
permitir salir.
Todo comienzo tiene un final, y
sabiamos que más allá de las razones naturales eso no iba a terminar ahí
y que más allá de tus defectos y virtudes, tu forma de hacerme sentir
plena me resultaban poco necesarias e imposibles de saciar mi ser. Sin embargo
desde aquella noche de verano, que verdaderamente parecía una fantasia,
no te puedo sacar de mi mente ni mucho menos de mi cuerpo, que cada vez
que se topa con el tuyo, se pega como un iman con el fin de lograr un
soneto y paralizarme por completo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario