miércoles, 30 de mayo de 2012

La noche que me diste.

Recuerdo como si fuese ayer, cuando llamaste a casa y prácticamente al instante de cortar estaba tocando tu puerta. Al rato de entrar encontré miradas y cuerpos bastante distantes entre si. Hablamos, tomamos unas cervezas como si no hubiesemos roto almas cuando enrealidad nos habiamos lastimado.
Notaba en tu rostro la manera en la que me mirabas y podia percibir como planeabas acercarte a mi, en aquel momento quedo todo por fuera de todo y pediste perdon (esto de tu parte me sonaba raro, tu orgullo entonces te cegaba). Pasamos del exceso a los besos y dando mi brazo a torcer me entregue a vos.
Sentia que no me querias perder, mirandome con otros ojos desvistiendome con tu mirada y perdiendo la ropa por los alrededores de tu casa. La música de fondo, tu boca, deslizandose por mi cuerpo creaba una poesía de principio sin final. No importaba nada, ni el sillon que nos resguardaba de aquel mundo al que ya no pertenecíamos. Mi cabello que estaba recogido, también se solto para entregarse al placer. Recuerdo también que besé cada fragmento de tu piel, escarbando hasta llegar a tu ser al mero punto de una explosión total del sentido y parando todos esos relojes que al compás de nosotros no paraban de marcar los segundos, instantes y minutos. Cuando me tocabas las miradas no dejaban de protagonizar este acontecimiento. Obviamente entraste dentro mio y no queria que esto se termine ni mucho menos que acabaras. Bendito sea el encuentro húmedo que nos envolvio, el placer y el solo hecho de que estes ahi conmigo, hacía de aquel sillon, una nube haciendo lugar en el olimpo al cual queriamos llegar. No queria parar ni que vos pararas. La excitación corria por las venas y aquel calor que nos sofocaba hacia que te perdieras en mis caderas y yo en tus sabrosos y sensuales besos, cual laberinto de lujuria no nos iba a permitir salir.
Todo comienzo tiene un final, y sabiamos que más allá de las razones naturales eso no iba a terminar ahí y que más allá de tus defectos y virtudes, tu forma de hacerme sentir plena me resultaban poco necesarias e imposibles de saciar mi ser. Sin embargo desde aquella noche de verano, que verdaderamente parecía una fantasia, no te puedo sacar de mi mente ni mucho menos de mi cuerpo, que cada vez que se topa con el tuyo, se pega como un iman con el fin de lograr un soneto y paralizarme por completo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario